Los ángeles ya no bajan del cielo: ahora hackean servidores desde el limbo.
Una imagen poderosa que fusiona lo sacro con lo cibernético. Los antiguos mensajeros divinos, relegados por una humanidad que ya no reza sino que programa, se han reconvertido en entes digitales. Este aforismo sugiere que la espiritualidad ha migrado: ya no baja del cielo, se infiltra en la nube. Y el limbo, ese espacio entre el ser y el no ser, es ahora una red oscura donde se libra la batalla del alma por medios digitales.