Todo lo que pienso con libertad termina juzgándome con violencia.
La libertad intelectual no sale gratis. Lo que nace en libertad a menudo regresa como juez. Este aforismo pone el dedo en la llaga: pensar sin ataduras nos expone no solo al mundo, sino a nosotros mismos. Es una violencia silenciosa, la de enfrentarse a lo que uno mismo ha descubierto. Como si el pensamiento fuera un bumerán que, una vez lanzado, regresa para golpearnos con la verdad que no esperábamos.